Hardin, G. (1994). The Tragedy of the Unmanaged
Commons. TREE, 9(5), pp. 199.
Sin duda este artículo es una muestra clara
de querer remediar una situación muy controversial, ya que en este escrito
Hardin muestra un panorama más alentador sobre la tragedia de los comunes
haciendo un nuevo análisis de la situación, después de haber sido criticado
fuertemente por Elinor Ostrom premio nobel, en su libro El Gobierno de los
Comunes, quien retomando el artículo de Hardin resuelve el mismo dilema pero
para una situación totalmente distinta: para situaciones de degradación del
ambiente y de explotación de los recursos naturales de uso común que se encuentran en riesgo de
agotarse. Pero no solo Ostrom analizo las ideas que
Hardin planteo en su controversial y provocador artículo, Hardin también
recibió otras críticas principalmente de la confusión que hace de la gestión
comunal con el libre acceso a los recursos. La propiedad comunal es una forma
de propiedad privada, por lo que está regulada por normas descritas por los
pertenecientes al grupo. Este nuevo enfoque que Hardin propone en la tragedia
de los comunes no administrados, hace pensar que las fuertes críticas surgieron
efecto en su modo de ver la problemática de la administración de los recursos
comunes.
En esta nueva visión que Hardin examina habla
sobre la mala administración de los bienes comunes y las clasifica en dos categorías, en el
particularismo, donde el recurso se divide en muchas de las propiedades
privadas y cada propietario es
responsable de la gestión de su recurso: los hacen un buen manejo prosperara y
quienes gestionan mal sufrirán. En el socialismo el recurso es de bien común
pero los propietarios tendrán a bien nombrar a un administrador para controlar
su explotación. Tanto el particularismo y el socialismo pueden tener éxito o
fracasar. Pero, excepto en la más pequeña de las comunidades, el comunismo no
puede tener éxito. Un bien común administrado falla porque premia a explotadores individuales de tomar
decisiones equivocadas para el grupo, y el mal para sí mismo, en este caso la
libertad de los comunes no produce una prosperidad estable. En segundo lugar los efectos de escala se
deben mantener en mente, retomando la expresión de Karl Marx “de cada cual
según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades”. Lo que lleva a una
conciencia de patrimonio común de
trabajo sustantivamente no administrado, a medida que aumente el número de
miembros de un bien común, mas serán los que eludan sus tareas. Si tales
personas trabajadoras no pueden hacer un trabajo común no administrado, no hay
ninguna razón para pensar que alguien más puede hacerlo, efecto de escala que
excluye los bienes comunes no administrados como una posibilidad política importante
en el mundo moderno, ya que las naciones modernas son una mezcla de socialismo
y particularismo.
El problema en sí de los bienes comunes es
poder llevar a cabo una buena administración de los mismos, para tener un
benéfico común. Todo este paradigma representa parte de la estructura de la investigación que estamos realizando, ya que permite una discusión amplia acerca del manejo de los recursos naturales y las políticas de conservación.
Esta obra es de carácter científico y de alto impacto, el autor es muy reconocido, es por ello que no se duda de la confiabilidad de la fuente.
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