Carabias, J., de la Maza J., & Provencio, E. (2008). Evolución de enfoques y tendencias en torno a la conservación y el uso de la biodiversidad, en Capital natural de México, Vol. III: Políticas públicas y perspectivas de sustentabilidad. México: CONABIO, 29-42.
Los ecosistemas y sus servicios ambientales a lo largo de la historia han dependido de los intereses del desarrollo económico, sin considerar el deterioro ambiental. A partir del siglo pasado, los enfoques de sustentabilidad ambiental que concilian el uso de la naturaleza con su conservación han demostrado aptitud para frenar e incluso revertir el deterioro. Actualmente, existen condicionantes tecnológicas, de mercado, legales, institucionales y de política pública que deben ser modificadas para que puedan extenderse e incorporarse plenamente a las políticas nacionales de desarrollo. Desde siempre las sociedades han dependido de la extracción de recursos naturales de los ecosistemas para cubrir sus necesidades básicas de alimentación, provisión de agua dulce, energía, obtención de madera, fibras, combustibles, entre otros satisfactores. La presencia de estos bienes o recursos naturales, depende del buen funcionamiento de los ecosistemas, es decir, de la formación de suelos, de la productividad primaria, del reciclado y transporte de nutrientes, de la captación, infiltración y almacenamiento de agua, de la actividad de los polinizadores, de la estabilidad climática, entre muchas otras funciones que se convierten en servicios ambientales para la sociedad.
Este conjunto de bienes y servicios ambientales que proporcionan los ecosistemas constituyen el capital natural de las naciones y son la base del desarrollo y bienestar de las sociedades. Para tener acceso a la mayoría de estos servicios es necesario intervenir los ecosistemas, tanto en su composición y estructura, como en su funcionamiento la agricultura y la ganadería dependen de la productividad de los suelos de los bosques, selvas y matorrales, pero implican la trasformación de la composición, estructura y funcionamiento de los ecosistemas. También la agricultura de muchas áreas del país depende de agua fósil no renovable. Inversamente, la actividad forestal depende de la extracción de la productividad primaria de los bosques y selvas, y la actividad pesquera de la de los océanos, lagos, lagunas o ríos, pero ambas actividades productivas, si se practican correctamente, no implican la transformación de la composición, estructura y funcionamiento de los ecosistemas, solo su intervención extractiva. Pero la mayoría de las veces esto no se realiza de manera adecuada, pues si involucra el deterioro de los ecosistemas y consecuentemente la pérdida de biodiversidad en los mismos, aunque en el presente se realizan otro tipo de acciones productivas que no implican la transformación ni la extracción, pues se basan en la contemplación de la belleza escénica del paisaje, de la flora y de la fauna, y son una fuente importante de empleos e ingresos económicos, como el caso del ecoturismo.
Esta publicación describe como las actividades humanas que favorecen el desarrollo económico perjudican gravemente los ecosistemas y seguidamente su biodiversidad, este tipo de acciones en su momento representan bienestar para el ser humano, pero si se piensa a futuro todas estas actividades pueden ocasionar secuelas graves para nuestra propia existencia y de las futuras generaciones por lo que un enfoque sustentable en el manejo de los recursos sería lo más apropiado, y este debería será aplicado por la mayoría de las empresas, políticos, ciudadanos y todos aquellos que percibimos algún beneficio de los ecosistemas que en general somos todos.
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