Martínez, E., & Acosta, A. (28 de febrero de 2012). Mercados
de carbono - La neoliberalización del clima. Obtenido de
CarbonTradeWatch.org:
http://www.carbontradewatch.org/articles/mercados-de-carbono-la-neoliberalizacion-del-clima.html
La (pen)última frontera de la colonización capitalista
El capitalismo, demostrando su asombroso y perverso ingenio para buscar y encontrar nuevos espacios de explotación, está colonizando el clima. Este ejercicio neoliberal extremo, del cual no se libran los gobiernos “progresistas” de la región, convierte la capacidad de la Madre Tierra en un negocio para reciclar el carbono. Y lo que resulta indignante, la atmósfera es transformada cada vez más en una nueva mercancía diseñada, regulada y administrada por los mismos actores que provocaron la crisis climática y que reciben ahora subsidios de los gobiernos con un complejo sistema financiero y político, descrito en este libro. Este proceso de privatización del clima se inició en la época neoliberal impulsado por el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio y otros tratados complementarios.
La historia de los mercados de carbono arrancó con los esquemas de tope y trueque de contaminación. (La expresión inglesa original es cap and trade. Aún está en debate si tope y trueque es una traducción adecuada, especialmente porque en este caso no aplica la connotación positiva del trueque. Sin embargo, esta traducción ya ha tenido cierta difusión y es la que utilizaremos en adelante.) Los topes o supuestos límites que los gobiernos imponen a las industrias contaminantes, lo hemos visto, lejos de ser una herramienta para reducir la contaminación se han convertido en un estímulo para incluso contaminar más. Con serios antecedentes de tráfico de influencias, los gobiernos distribuyen permisos de emisiones prácticamente de manera gratuita y en muchos casos sobrepasando los límites reales de emisiones, con lo cual los grandes contaminantes son premiados cuando tienen entre manos permisos excedentes que pueden comercializar.
Paralelamente se puso en marcha un complejo sistema financiero en el que se estableció el valor de cambio del CO2. Así aparecieron los mercados de carbono, creándose una serie de equivalencias falsas entre las emisiones industriales y la absorción de carbono de los ecosistemas.
Larry Lohmann, en su libro "Mercados de Carbono" (2012), dice: El nuevo sistema sentó las bases para que proyectos desplegados en países en desarrollo pudieran generar créditos que, posteriormente, pudieran adquirir y utilizar los países desarrollados para cumplir con sus obligaciones de reducción de emisiones. El fondo fue transformado en un mecanismo de comercio, las sanciones se transformaron en premios y un sistema jurídico se transformó en un mercado.
A esto se suma que las cuotas o permisos de contaminación que se asignan lo hicieron en base al récord histórico de las industrias. Se ha comprobado que se repartieron demasiados derechos particularmente entre las industrias de producción de energía y calor, refinerías de petróleo, plantas metalúrgicas y acería, fábricas de papel e industrias con alta intensidad energética.
Lohmann se pregunta si este desfase fue realmente un error o una prueba más de la siempre creciente influencia del capital transnacional en el diseño de mercados –incluso ficticios y por supuesto inútiles– y de las políticas que los alientan. Decimos inútiles, pues mientras el mercado del carbono florece, la contaminación, en cambio, no mengua, con lo cual se evidencia una gran contradicción con el objetivo de neutralizar el cambio climático.
En realidad, alentados por la voracidad de acumulación del capital, los mercados de carbono siguen expandiéndose. Estos mercados adquieren la forma de una burbuja, similar a aquella relacionada con las hipotecas subprime y que llevó al reciente colapso financiero cuyas ondas se expandieron a nivel planetario. Para Lohmann, la clave de esta “nueva” burbuja es el hecho de que en el centro de los mercados de carbono se encuentra un activo poco claro.
En un sugerente ejercicio de comparación con la burbuja inmobiliaria nos dice que: el mercado de hipotecas de alto riesgo debía enriquecer a miles de personas; al final, empobreció a millones. (.) En teoría, los mercados de carbono deben mitigar el problema del calentamiento global; en la práctica, lo están empeorando.
Las formas dominantes de mirar los problemas del cambio climático, que privilegian el capital por sobre la vida, el mantenimiento de modelos industriales depredadores aun a costa de la sobrevivencia de pueblos y culturas, el consumismo sobre la sustentabilidad, en la práctica, inhiben la aplicación de acciones que enfrenten las causas del calentamiento global. Por el contrario esta priorización favorece las evasivas para no encontrar soluciones definitivas y por lo tanto ahondan los problemas.
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