Gómez-Lobo A. (2002) ¿Es realmente perjudicial el comercio internacional para el medio ambiente?. Revista Ambiente y Desarrollo. 18 (2) pp 25-27.
La respuesta a la pregunta planteada en el título podría parecer obvia. Sin embargo, para comprender mejor la relación, el autor desarrolla la siguiente identidad:
El lado derecho está compuesto por tres efectos. El primero es el nivel de actividad económica, o efecto “escala”, y está medido por el nivel del Producto Interno Bruto (PIB); el segundo mide la proporción de industrias que causan impactos ambientales, PIBc, sobre el nivel total de actividad económica. A este segundo impacto se le denomina efecto “composición”. El tercer impacto es el deterioro ambiental por cada unidad producida en las industrias que causan impactos ambientales, o el efecto “tecnológico”.
Una parte importante de las divergencias de opinión sobre el tema ambiental y el comercio internacional, tiene su origen en el desconocimiento de la identidad anterior. Cuando las personas critican los impactos ambientales de la globalización, generalmente –y sin saberlo– se están refiriendo al primer efecto: “escala”. La apertura comercial indudablemente implica nuevas inversiones, a veces en proyectos industriales de envergadura, explotación de los recursos naturales y en general un mayor nivel de actividad económica, con los consiguientes impactos en desechos y otros males de la industrialización. Sin embargo, el problema de fondo con estos impactos es el crecimiento económico, no el comercio internacional.
Sin embargo, en este caso el tema de fondo es más amplio y se refiere al desafío de compatibilizar el desarrollo económico y el medio ambiente, independientemente de las políticas comerciales que se apliquen.
Además, la experiencia mundial indica que el crecimiento económico –objetivo que el libre comercio promueve– es la forma más segura de tener una ciudadanía que valora el medio ambiente y presiona por mejorías ambientales.
El tercer efecto, llamado “tecnológico”, es muy probable que favorezca al medio ambiente. La presión competitiva internacional, la globalización de las prácticas empresariales y la inversión extranjera, en general fomentan un cambio productivo hacia tecnologías y gestiones más modernas y con menores impactos ambientales. La inversión extranjera muchas veces estimula la producción limpia en el país en desarrollo donde llega. Las empresas multinacionales tienen exigencias ambientales propias que son más avanzadas que las legislaciones de los países en desarrollo que acogen dichas inversiones. Muchas veces, la transferencia tecnológica y el efecto demostración en el plano de la gestión ambiental pueden tener un efecto positivo.
Finalmente, puedo comentar, que aunque no esté totalmente a favor de promover la inversión extranjera, en lugar de apoyar a las empresas nacionales, esta ha ayudado a mejorar las exigencias ambientales, ya que la política comercial en países en desarrollo como un instrumento regulatorio ambiental son ineficientes. También coincido con lo que concluye el autor que es que lo ideal sea introducir regulaciones ambientales, independiente de la política de comercio exterior y que vincular ambos temas no es lo más óptimo ya puede llevar a una situación perjudicial, tanto para el desarrollo económico como para la propia política ambiental.
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