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2014/04/29

Chludil, H., Corbino, G. B., & Leicach, R. (2007).

Chludil, H., Corbino, G. B., & Leicach, R. (2007). Nutracéuticos en malezas comestibles: quínoa blanca. Boletín Latinoamericano y del Caribe de Plantas Medicinales y Aromáticas, vol. 6, num. 5, pp. 240-249.


En la actualidad se están incorporando a la dieta humana alimentos ricos en alto contenido nutracéutico ya que se sabe por diversas investigaciones que estos proveen al organismo de antioxidantes los cuales entre sus muchas funciones pueden evitar el envejecimiento prematuro, proveen de nutrientes al organismo consumidor, evitan enfermedades crónicas y cardiacas (ateroesclerosis, cáncer, diabetes mellitus, procesos inflamatorios, entre otras).
 
Las plantas consideradas malezas tales como la Quinoa Blanca, Amaranto, entre otras producen moléculas atrapadoras de radicales libres (los radicales libres son los causantes de la oxidación de lípidos, proteínas y ácidos nucleicos, precursores de las enfermedades crónicas) como los flavonoides, antocianinas, carotenoides y vitaminas. Estos compuestos son denominados nutracéuticos dada su capacidad de prevenir enfermedades. Aunque las plantas consideradas malezas pueden ejercer una influencia negativa sobre los cultivos, existen muchas que pueden ser aprovechadas en la alimentación y para la obtención de compuestos nutracéuticos, ejemplo de ello es la Quínoa Blanca que es una planta que ha desarrollado resistencia a herbicidas y además es resistente a condiciones  ambientales de estrés. Este alimento es considerado un seudocereal debido a su valor nutricional, además sus hojas contienen el triple de calcio que la leche y grandes cantidades de vitaminas A y C.  Se le conoce como  quinuilla en la Patagonia y quelite cenizo en México. Presenta un alto contenido proteico comparado con cereales y hortícolas (trigo, brócoli) con una mayor proporción de aminoácidos esenciales, como lisina, leucina e isoleucina.

En este artículo se evaluó el potencial nutracéutico antioxidante de Quinoa Blanca (Chenopodium álbum) mediante un estudio fitoquímico utilizando la técnica de DPPH, en los cuales se encontraron glicósidos de flavonoides los cuales presentaron actividad antioxidante (CE50 4.90 – 6.50 μg/ml) comparable al ácido ascórbico (CE50 5.94 µg/ml). Debe destacarse que las muestras analizadas provienen de lotes continuamente cultivados, en los cuales el deterioro del suelo ha probado aumentar notablemente la proporción de metabolitos secundarios en esta especie. En el caso de los derivados flavonoides existió un incremento del orden del 40 %, observándose además una disminución en la proporción de triósidos y un incremento notable en la abundancia relativ|a de diósidos, todo lo cual justificaría una alta capacidad antioxidante. El contenido de fenoles totales de EM-2, fue de 0.75 +/- 0.1 µmol ácido clorogénico/mg, observándose una fuerte correlación entre la capacidad atrapadora de radicales libres y el contenido de fenoles totales para todas las fracciones analizadas.


Plantas consideradas malezas para algunos productores agrícolas pueden ser aprovechadas por su alto contenido nutracéutico, estas plantas pueden convivir en policultivos obteniendo de ello una variedad alimenticia.

2014/03/02

Go, V., Harris, D., & Srihari, P. (2012)



Go, V., Harris, D., & Srihari, P. (2012). Global Overview of the Role of Nutraceuticals in Cancer. In F. H. Sarkar (Ed.), Nutraceuticals and Cancer SE - 1 (pp. 1–10). Springer Netherlands. doi:10.1007/978-94-007-2630-7_1

Muchas veces hemos cuestionado el consumo de frutas y verduras en casa prefiriendo por encima de estas comidas rápidas como hamburguesas, burritos, entre otras, pensado en solo saciar un antojo y un aporte calórico, sin embargo no nos hemos pues a pensar que consecuencias traen para nuestra vida el consumo de estas, diversas investigaciones nos dan detalle de las consecuencias que le han traído a la humanidad el consumo desmedido de alimentos procesados. Estamos en la antesala de un crecimiento exponencial de casos con cáncer si se sigue llevando un estilo de vida como en el que muchos estamos inmersos.

Tal como nos define Go, V., et al. (2012), el cáncer es una enfermedad crónica del genoma que está influenciada por factores nutricionales en muchas de las etapas de la carcinogénesis que va en manera progresiva invadiendo al individuo. Diversos estudios han demostrado que los factores dietéticos influyen en la expresión del cáncer (35% de muertes por cáncer son causas por la dieta). Diversos alimentos procesados influyen en la expresión de esta  enfermedad, sin embargo no todo es por los alimentos ya que la vida sedentaria de los individuos y la falta de ejercicio completan el ciclo, además que debe haber cierta predisposición genética, es decir para la expresión del cáncer se deben conjuntar factores genómicos y ambientales.

La incidencias de cáncer varían de acuerdo a la geografía del mundo, en países en vías de desarrollo se expresan carcinomas en el tracto gastrointestinal, estomago, hígado entre otros, mientras que en los países desarrollados se desarrolla el tipo colon rectal y el relacionado con las hormonas (cáncer de mama, ovario, próstata entre otros). Diversos estudios realizados por institutos de investigación demuestran que el consumo de frutas y verduras están fuertemente asociados con la disminución del riesgo de expresión del cáncer (es por ello que nuestras mamás tenían razón en pedir que nos comiéramos nuestros vegetales y frutas), adicionalmente ayudan a prevenir estas enfermedades el consumo de algunos granos, macronutriente y alimentos ricos en ácidos grasos ω3, todos estos alimentos son clasificados dentro de los alimentos funcionales, los cuales a su vez poseen moléculas llamadas nutracéuticos, aunque muchos manejan los dos conceptos como uno solo. La definición que nos otorga la fundación para la Innovación en Medicina (FIM) refiere que los nutracéuticos son “sustancias que están en los alimentos o son parte de ellas y que provén de beneficios a la salud, incluyendo así la prevención y tratamiento de enfermedades”. Por ello gran interés se desatado en el mundo de la investigación acerca de los alimentos funcionales y los nutracéuticos, estadísticas revelan que ha crecido de manera gradual el interés de estas investigación ya que en el año 1995 la investigación era prácticamente nula, mientras que en el año  2010 creció un 400%, esto nos da un panorama amplio y nos proyecta hacia la era post-genómica  en la cual se pueden lograr avances en la nutrición, logrando con ello potencializar el consumo de estos alimentos de una forma razonable y consiente. Con toda esta información que comienza podemos formar programas que vallan encaminados en el tratamiento de estas enfermedades logrando así una reducción gradual y con ello el aumento en la calidad de vida de las personas.

A pesar de contar con información relevante se debe continuar exhaustivamente con las investigaciones en torno a la capacidad de prevención y tratamiento de las enfermedades crónicas mediante el empleo de los nutracéuticos, existe un panorama rentable para estos temas de investigación (Go, V., et al., 2012).

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