2014/02/09

¿Y si Russel hubiera tenido que lavar su ropa? ¿Se puede pensar con hambre?


Después de leer el correo de Valdemar, imaginé a semejante vaca sagrada (la que él describe en su correo) leyendo el Monday Motivator desde la comodidad de su estudio, mientras un mexicano cualquiera le corta el pasto y una cocinera oaxaqueña le prepara desde su cocina un coloradito con carne de puerco. A su vez pensaba en cualquiera de nosotros  con las bolsas del supermercado en la mano derecha  y con la izquierda jalando al chilpayate mientras con los dientes se le entrega la tarjeta de crédito a la cajera y ¡¡¡chin!!! Con la preocupación en la cabeza de que falta leer el libro de “la deuda” de Graeber y los dos libros de Alicia, pero antes hay que hacer equipo para el trabajo final, elegir tema, comenzar la bibliografía anotada, tres artículos más que leer para diferentes materias, preparar una exposición y resolver la solicitud del asesor de entregarle avances de la tesis o hacer un acto de genialidad para una treta que no nos haga quedar como unos flojos y caer de su sublime gracia. Claro, aparte habrá que resolver lo del gasto en la casa, jugar con el niño (y rogar porque la epidemia de influenza no se pase de lanza) y conformarse con ver cómo crece la panza a falta de ejercicio pues no hay chance para la vanidad.

Paralelamente imaginaba a Newton debajo de un manzano tirado en una hamaca con una cerveza en la panza y con suficiente espacio en su disco duro (con un antivirus tan potente que no permitía el virus de las preocupaciones mundanas) para comenzar a maquinar sus leyes mientras una manzana se desprende del árbol y lentamente cae en el lugar y momento preciso... oorale!!, creo que entre nosotros  no hace falta genialidad, sino que sobra cotidianidad.  

¿Y si Russel hubiera tenido que lavar su ropa? ¿Y si en vez de nacer en un hogar opulento repleto de aristocracia hubiera nacido en la clínica del IMSSS (o más bien, medio nacer)? ¿Y si su esposa (o alguna de las cuatro) le hubiera exigido el gasto y en vez de las matemáticas hubiera contemplado la posibilidad de subirse a los microbuses con su guitarrita, para completar el gasto?.

Particularmente pienso que muchas de las grandes genialidades de la humanidad han salido de ratos de ocio de grandes hombres con las necesidades cubiertas y con el espacio mental suficiente para solo existir, pensar y crear, mientras que la mayoría de clasemedieros tenemos que revolvernos en mil cosas y en los ratos de ocio solo queda animo de descansar o resolvernos otras dos mil cosas, sin dejar tanto espacio para la creación. Lo cotidiano nos absorbe, nos come el cerebro, nos encaja en su inercia.

Pero bueno, volteando hacia atrás veo gente con más necesidades: pueblos, comunidades, etnias, colonias, que antes de resolver lo de lo cotidiano, lo del supermercado, la ropa y los niños, tienen que resolver algo más básico como “qué comer”, y ante esto me pregunto ¿se puede pensar con hambre?.


Por: Carlos Masés García     

Bertrand Russell, las matemáticas de la paz ...


 Imagen 1. Bertrand Russell     Fuente: Tecnoculto



“Examine todos los argumentos básicos a favor de la existencia de dios y ninguno parece ser lógicamente viable” (Russell B., 1979)

Un erudito sin precedentes: Bertrand Russell

Rosie Shaddock. (2007). José Aranjuez. (2009).

Simplemente un hombre...Bertrand Russell

Bertrand Russell fue un filósofo inglés contemporáneo (1872-1970). Contribuyó al renacimiento e innovación de la Lógica. Por su extenso conocimiento filosófico, su visión humanística y sus firmes posiciones ideológicas fue reconocido como un gran luchador en pro de la paz.

Nadando contracorriente con Bertrand Russell

Comparto las etiquetas que mis compañeros han colocado a Bertrand Russell, en las diferentes publicaciones de este blog, considero que todas son apropiadas, aunque no suficientes para referirse a un hombre gigante entre enanos mentales y espirituales[1], como afirma Michael Scott en su escrito de Desobediencia Civil y Moral.

Indudablemente, hablamos de una de las mentes más brillantes del siglo XX. Cuyos logros en distintas disciplinas, perduran hasta nuestros días.
Considero que hablar de los logros de Bertrand Russell, así como de sus virtudes y valores, puede resultar un tanto extenso y  difícil de profundizar; por lo que, tomando en cuenta que para algunos (o mejor digo muchos), es un “ejemplo a seguir”; aprovecharé este espacio para analizar uno de sus escritos, desde un punto de vista muy personal, sin pretender imponer a nadie (ni más faltaba)  mi forma de pensar.

Bertrand Russell (1945), realiza reflexiones en torno al cristianismo y al sexo. En su libro “Por qué no soy cristiano”[2], comienza hablando que el cristianismo, se opone al control de la natalidad, según él, solo para que las mujeres no puedan disfrutar del placer en el matrimonio. Para que su argumento sea válido, necesariamente la premisa tendría que ser verdadera, y la forma de demostrarla es comprobándola; puesto que tal información no acompaña a la premisa, su argumento es invalido. Si agregamos además, que se trata de un argumento inductivo, necesita varias premisas para realizar tal inferencia (esta demás repetir que no hay más premisas que apoyen dicho argumento).

En el segundo párrafo del citado escrito, menciona  “el concepto del pecado unido a la ética cristiana causa un enorme daño, ya que da a la gente una salida a su sadismo que considera legítima e incluso noble. En  la actualidad, existen en el mundo muchos miles de niños que padecen sífilis congénita y que no deberían haber nacido, de no haber sido por el deseo de los cristianos de ver castigados a los pecadores.”[3] La pregunta es ¿Cuáles son las premisas que apoyan el argumento de que los cristianos experimentan cierto deleite en el sufrimiento de los niños con tal padecimiento? Si se realizará  una investigación (quizás ya se realizó) sobre este tema, seguramente encontraríamos casos de sadismo en el cristianismo, como también los encontraríamos en el budismo, judaísmo, comunismo, ateísmos  y demás religiones que existen en el mundo (de modo que donde quiera se cosen habas). Cada quien podrá emitir su propio juicio (apoyado en la lógica desde luego).

Posteriormente, continuando con el escrito referido, cita un ejemplo hipotético, comenzando con el famoso “supongamos que a los jóvenes se les dice que el interés por los trenes es malo”. Esto con la finalidad de ejemplificar que por sentido común ocurre lo mismo con el sexo. Como vimos en el mito del trueque del libro de La deuda de David Graeber, esos “supongamos” que no están basados ni en la historia, ni en hechos reales, solo trastocan la realidad de las cosas.

Vemos pues, que las reflexiones realizadas por Bertrand Russell en torno al cristianismo y al sexo  carecen de argumentos válidos, y desde luego, verdaderos (ese es mi humilde punto de vista). Esto se puede atribuir a la costumbre que tenía de publicar lo que escribía en borrador, lo cual le ahorraba mucho tiempo; sin embargo, tomando una de sus sabias frases “Si algo es verdad, es verdad y si no lo es, no lo es, si es verdad debes creerlo y si no, no debes creerlo; y bueno, si no sabes si es verdad o no, deberías posponer tu opinión”. Muy sabía desde luego. En la práctica ¿Cuántos lo hacemos?...




[1] Rev. Guthrie Michael Scott: Fr. Scott. Desobediencia civil y moral. Recuperado el 06 de febrero de 2014, de http://www.filosofos.net/russell/sobre/scott.htm#scotb
[2] Bertrand Russell (1945). Reflexiones en torno al cristianismo y el sexo. Why I am not a Christian (Watts & Co., Londres). [traducción castellana de Josefina Martínez Alinari: Por qué no soy cristiano, Hermes, México, 1959], 20-21.  Recuperado el 05 de febrero de 2014, dehttp://www.laicismo.org/data/docs/archivo_365.pdf
[3] Idem

Bertrand Arthur William Russell



651 palabras

3.º conde de Russell(Trellech, 1872 -Penrhyndeudraeth, 1970) filósofo, matemático, lógico y escritor británico ganador del Premio Nobel de Literatura y conocido por su influencia en la filosofía analítica, sus trabajos matemáticos y su activismo social. Fue hijo de John Russell, vizconde de Amberley y de Katrine Louisa Stanley. Su abuelo paterno fue lord John Russell, primer conde de Russell, quien fue dos veces primer ministro con la reina Victoria. Era ahijado de John Stuart Mill, quien no conoció a Russell, pero ejerció una profunda influencia en su pensamiento político a través de sus escritos.

Russell quedó huérfano a la edad de 6 años, y junto con su hermano Frank se mudaron a Pembroke Lodge, con su abuelo lord John y su abuela lady Russell, quien sería la responsable de educarlo. Su abuela, aunque liberal en política, era de ideas morales muy estrictas, convirtiendo a Russell en un niño tímido, retraído y solitario. Nunca se pudo expresar libremente con respecto a la religión (la existencia de Dios, el libre albedrío, la inmortalidad del alma o el sexo), pues sus ideas al respecto habrían sido consideradas escandalosas. En el colegio aprendió a dominar el francés y el alemán.

A la edad de once años Russell comenzó el estudio de la geometría euclidiana teniendo como profesor a su hermano, pareciéndole tan maravilloso todo el asunto como el primer amor. Sin embargo se vio frustrado cuando su hermano le dijo que tendría que aceptar ciertos axiomas sin cuestionarlos o de otra manera no podrían seguir, cosa que le decepcionó profundamente.

En 1890, Russell ingresó al Trinity College de Cambridge para estudiar matemáticas. Su examinador fue Alfred North Whitehead, con quien después colaboraría en Principia Mathematica. En 1907, a los 35 años de edad, concluyó sus estudios en matemáticas obteniendo un examen meritorio que lo colocó como séptimo wrangler. Durante su cuarto año en Cambridge, en 1894, Russell estudió Ciencias Morales (filosofía).

Las labores extraacadémicas de Russell le hicieron emprender numerosos viajes. Viajó dos veces a Alemania en 1895, el año siguiente viajaría a Estados Unidos. Más adelante, en 1920, junto con una delegación del Partido Laborista Británico, viajaría a Rusia y se entrevistaría con Lenin, viaje que acabaría con las esperanzas que inicialmente tenía con respecto a los cambios que el comunismo produciría. Poco después, junto con Dora Black, que en 1921 acabaría siendo su segunda esposa, viajó a China y permaneció allí durante un año, para volver a Inglaterra a través de Japón y Estados Unidos nuevamente. La estancia en China resultó muy provechosa, y Russell apreció en su cultura valores tales como la tolerancia, la imperturbabilidad, la dignidad y, en general, una actitud que valoraba la vida, la belleza y el placer de una manera distinta a la occidental que consideró valiosa. Todos estos viajes se tradujeron en libros, artículos o conferencias.

Russell fue un conocido pacifista durante la Primera Guerra Mundial, lo que acabó llevándolo a la cárcel durante seis meses por la publicación de artículos y panfletos. En 1936 celebró terceras nupcias con Patricia Spence, y en 1938 fue llamado a la Universidad de Chicago para dar conferencias de Filosofía. Fue estando allí cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, pasando en esta ocasión del pacifismo.

Tras la Segunda Guerra Mundial, Russell se dedica plenamente a la tarea de evitar la guerra nuclear y asegurar la paz mediante una adecuada organización internacional, iniciando una etapa de activismo político que provocaría su segunda encarcelación a los 90 años. En 1950 recibió el Premio Nobel de Literatura «en reconocimiento de sus variados y significativos escritos en los que defiende ideales humanitarios y la libertad de pensamiento». En 1952, a los ochenta años, se unió en cuartas nupcias a Edith Finch, en brazos de quien murió pacíficamente en 1970, con 97 años de edad.

Bibliografía

Bertrand Russell. Recuperado de http://es.wikipedia.org/wiki/Bertrand_Russell.
Russell, B. (1998). Autobiography (2ª edición). Routledge. p. 725. ISBN 9780415189859.