2014/04/30

Graeber, (2011)

Graeber, D. (2011). Debt: The First 5000 years. Brooklyn: Melville House Publishing.

Un concepto que el autor hizo resonar en mi cabeza es que al movimiento antiglobalización lo llama el movimiento por la justicia social,  dicho de esta manera la globalización parece mermar la identidad cultural, imponiendo el modelo de “desarrollo” de los países dominantes  sobre las demás culturas etiquetándolas en un estatus menor.  Me parece una manera  asertiva de nombrar ese proceso.  La globalización entonces conlleva un cierto dominio,  se nos impone a competir o tratar de salir adelante no sin antes ponernos frente a frente con gigantes y un réferi que nos mira con desdén.
En el libro “la deuda” se nos da a conocer una historia que lamentablemente ha estado oculta, la mayoría de personas cree que las relaciones  económicas en las que la sociedad se basa han evolucionado a partir del  trueque pasando a la moneda y “modernizándose” con  los sistemas de crédito, sin saber que la historia en verdad no fue así, si no de manera contraria, primero los sistemas de crédito pasando a las monedas y épocas más modernas el uso del trueque.  Pero en especial la sociedad se ha movido cíclicamente entre el uso de los sistemas de crédito en tiempos de paz  y la moneda o lingote en tiempos de violencia. Dicho lo anterior a partir de que Richard Nixon anunció que el dólar dejaba de ser redimible en oro entramos en una nueva fase de dinero virtual (credito).
En la actualidad el peso de pagar las propias deudas es incluso superior a la dignidad humana.
Es interesante resaltar que la sociedad se ha hecho sociedad actual a partir de relaciones de violencia y bases de deuda no importando todo el sufrimiento causado en el proceso, no es posible resumir las interesantes ideas del autor en  pocas palabras, por lo que el libro es altamente recomendable.
El autor concluye en que hace mucho tiempo que necesitamos algún tipo de Jubileo al estilo bíblico: uno que afecte tanto a la deuda internacional como a la de los consumidores. Sería conveniente y saludable no sólo porque aliviaría tanto sufrimiento humano, sino también porque sería una manera de recordarnos que el dinero no es inefable, que pagar las propias deudas no es la esencia de la moralidad, que todo eso no son sino disposiciones humanas y que si algo significa la democracia es, precisamente, la capacidad para ponernos de acuerdo y disponer de las cosas de otra manera.

Resulta que no «todos» hemos de pagar nuestras deudas, sólo algunos. Nada sería más importante que limpiar la pizarra para todo el mundo, marcar una ruptura con nuestra moralidad aceptada y volver a comenzar.

¿Qué es una deuda, al fin y al cabo? Una deuda es tan sólo la perversión de una promesa. Una promesa corrompida por la matemática y por la violencia. Si la libertad (la auténtica libertad) es nuestra capacidad para hacer amigos, también es, por tanto, nuestra capacidad para hacer promesas.  En el gran esquema de las cosas, así como nadie tiene derecho a decirnos cuánto valemos realmente, nadie tiene derecho a decirnos realmente cuánto debemos.

510 palabras


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