Por: José Bargas*
En ocasión de que el doctor Hugo Aréchiga me pidió, hace algo así como 20 años, organizar un curso de neurociencias computacionales en el Cinvestav (Zacatenco), conocí al doctor James Bower, en esa época profesor del California Institute of Technology (CalTech). Después del ajetreo de la primera semana del curso me pidió que lo llevara a conocer la ciudad, quizás tomar un trago y comer en algún sitio. Esto me dio la oportunidad de conversar con él y lo que quiero relatar es algo de esas conversaciones, aunque antes de seguir con la narración haré una breve presentación de Jim, la cual aprovecharé para proporcionar algunos tips para jóvenes autodidactas que recurren a internet.
El doctor Bower alcanzó prestigio académico por sus estudios en neurocomputación, en los que hábilmente mezcla resultados experimentales de su propio laboratorio y de otros, con modelos matemáticos programados en un ambiente de simulación, diseñado en parte por él, y que él hasta la fecha mantiene en el dominio público de la red. El ambiente acepta sistemas de varias ecuaciones diferenciales no lineales, utilizando métodos numéricos avanzados, lo que permite simular, si se tiene el poder de cómputo, circuitos cerebrales con miles de neuronas. Aunque ahora hay cantidad de gente que hace esto, el fue de los primeros. El ambiente se llama GENESIS y muchos investigadores en el campo hacen uso de él. En lo personal, yo prefiero el ambiente NEURON, aunque admito que es cuestión de gustos y necesidades. El caso es que en aquella época, el doctor Bower fungía como una especie de asesor al equivalente del subsecretario de educación superior de los EUA en el estado de California. Como veremos, una de sus vocaciones es la docencia (como es mi caso), así que ha sido asesor en ese rubro de múltiples instituciones norteamericanas tales como el National Research Council, la National Academy of Science, la National Science Foundation, entre otras.
Después de CalTech, Jim fue profesor de la Universidad de Texas, pero las últimas noticias acerca de su vida, que un amigo mutuo me refirió recientemente, fue que se había dedicado a hacer cursos interactivos mediante programas de cómputo amigables. Parece que los cursos son usados en los sistemas de universidad abierta y para la enseñanza temprana de la ciencia a los adolescentes. Es jefe del consejo de administración de una compañía: Numedeon Inc. que desarrolla mundos virtuales para estudiar de manera autodidacta, y aun para jugar con la ciencia. Su programa principal Whyville.net es actualmente uno de los sitios educacionales de la red más avanzados, con una base de usuarios que ya rebasa los cinco millones. Me dice el amigo común que las regalías que el derecho de autor del mismo le confieren, le permiten vivir con holgura. Acaso por eso he dejado de ver a Jim en los congresos, cosa que se extraña, pues conversar con él resultaba siempre divertido y provechoso, además de provocador, como se podrá deducir de lo que sigue.
La conversación del presente relato trataba de la ciencia en general y de la enseñanza de la misma, temas recurrentes en el ambiente académico, lo que no tiene nada de extraordinario. A pesar de lo cual la cuento pues la considero especial. Comenzada la charla me preguntó: “¿cuál crees tú que es el recurso natural más importante de un país?”. Mencioné varios, incluyendo a la famosa “biodiversidad” mientras el negaba con la cabeza una y otra vez. Luego creí caer en cuenta de la “trampa” y le dije: “la gente”. Otra vez, la respuesta fue no. “¿Entonces cuál?”- le pregunté. Me contestó: “la inteligencia humana”. Pensé que caía en un ardid demagógico como el que tantas veces he escuchado en círculos escolares donde hablan acerca de los “niños genio” y otras tonterías. Pero no. Pues me dijo: “para nosotros es una política de Estado”. Trataré de resumir sus argumentos tal como los recuerdo.
El problema con la inteligencia humana es que no sabes de dónde va a salir. ¿Dónde buscarla? No respeta clases sociales, ni niveles de ingresos, tampoco respeta razas o credos. En cualquier familia y donde menos te lo esperas surge una muchacha o muchacho abusados. El papel de la secretaría de educación es que no se desperdicien, que sus vidas no se vayan al caño, y que se haga de esas personas seres útiles para la comunidad y el país. Tratar de evitar que ingresen al mundo del crimen es fundamental para toda sociedad pues enfrentarse a ellos no es tarea fácil. Pero como a la fecha, ningún “test de inteligencia” es realmente predictivo, el sistema educativo norteamericano trata de aplicar varios, está lleno de pruebas y exámenes, evaluaciones de todo tipo y orientación vocacional a granel y a todos los niveles, de manera casi obsesiva, sin dejar de tener un canon común que unifica más o menos a los graduados. Pero no sólo se trata de lo anterior. Como todo recurso natural, la inteligencia humana es insuficiente, muchas veces difícil de obtener. Así que, en ese momento me reveló, soy uno de los encargados de implementar un programa que tiene como misión algo así como “la minería de la inteligencia”. Se le llama:Caltech Precollege Science Initiative (CAPSI). El problema es que en las familias de clase socioeconómica deprimida, cuyos hijos acuden a las escuelas públicas más abandonadas por el sistema, siempre hay algún chico inteligente y mi misión es descubrirlo y literalmente “extraerlo” de ahí, por eso hago algo parecido a la “minería” de ese recurso natural.
Después de extraerlo, y tal como sucede como cualquier diamante en bruto arrancado de lo profundo de una mina, hay que quitarle la basura, cortarlo, pulirlo y tratar de que alcance todo su valor. Ese es el papel de la universidad. Yo se los llevo en bruto y al igual que en CalTech, otras instituciones de educación superior (IES) de los EUA tienen sus propios programas. Pensándolo bien, digo yo, el llamado scouting es una tradición en el deporte norteamericano, ¿por qué no iba a serlo en otras áreas?
Fíjate -me dijo- el problema no es como creen muchos, sólo de cobertura, que alrededor del 90 por ciento de todos los chicos de 19 años o más tengan acceso a alguna forma de la llamada educación superior es fundamental, está claro (en EUA, por supuesto, nosotros apenas llegamos al 30 por ciento o casi y nuestras elites nunca lo han tenido claro). Ese es un paso importante que cumple con el postulado de igualdad de oportunidades propio de toda democracia y sin una buena cobertura limitas el desarrollo, simple. También es necesario para mejorar la calidad de la economía y la creación de más empresas y empleo, para la movilidad social y el combate contra la inequidad. Pero no es suficiente. Pues, ¿de dónde van a salir los futuros científicos, tecnólogos, ingenieros innovadores, líderes políticos y emprendedores? ¿Por generación espontánea? ¿Al azar? Eso es demasiado importante para dejárselo al azar. De ahí el CAPSI y programas afines.
Entre otras cosas, me explicó en qué consistía una de sus actividades: llegaba con un tráiler cargado de computadores a una preparatoria (high school), digamos, del Este de Los Angeles. Durante unas semanas impartía un curso de matemáticas y ciencias intensivo no tradicional, es decir, utilizando las computadoras para programar y solucionar problemas mediante la modificación y creación de algoritmos así como el manejo de programas diseñados para el caso y simuladores. En el curso de esas sesiones debía de hacer un diagnóstico de quienes son los chicos inteligentes de la escuela (los “cerebritos”, decimos acá). Se adquiere una práctica tremenda en encontrarlos, me contó. Los reconozco casi desde la primera semana. Al pasar de los años, no es por lo tanto sorprendente que Jim sea miembro del Monitor Networks of Monitor Group, encargado de asesorar en la selección de personal capacitado a muchas instituciones y empresas.
Un caso que recordó en ese momento para ilustrar el punto trataba de una chica de 17 años justamente de East LA y de origen mexicano. Terminado el curso se le informó: “tienes una beca para entrar a CalTEch”. La muchacha pensó que no había oído bien, pues para entrar a la universidad, lo común es (en los EUA) pasar un examen, obtener un percentil y mandar decenas de solicitudes a varias de ellas con la esperanza de que alguna lo considere a uno. Si eso se logra hay que buscar financiamiento, generalmente en forma de un crédito, cuando la familia de procedencia no es solvente. Siempre habrá alguna que lo acepte a uno, eso sí, aunque sea un Community College público, sin despreciar, pues forman parte importante del sistema y gracias a todas las IES juntas se alcanza la cobertura mayor al 90 por ciento de los EUA. Así que se le tuvo que repetir varias veces a la chica que sí, que podía ir a la universidad. En ese instante la muchacha se soltó en llanto. Resultó que estaba embarazada. Problema común entre las adolescentes de clase socioeconómica deprimida y no tan deprimida. La respuesta del sistema en ese momento fue: “¿y eso qué? eso no debe de impedir tu entrada a la universidad”.
A propósito, el recuerdo de esta conversación se me vino a la mente ante la aparición de otro ejemplo reciente: el mismísimo presidente (actual) de los EUA. Así que no basta con criticar a nuestros vecinos, también hay que entender lo que tratan de hacer bien.
No sé qué tanto ese tipo de programas haya sobrevivido el paso de los republicanos por la Casa Blanca, ni si actualmente haya presupuesto, ya no digamos para hacer minería de la inteligencia si no cuando menos para mantener la cobertura. Sirva el ejemplo, sin embargo, para mostrar la actitud que, ante la educación, tiene el espíritu democrático liberal, y nadie dude que nuestros vecinos del norte más que triplican nuestra cobertura en educación superior. En nuestro país, el sistema no sólo está lejísimos de implementar programas así, si no que ni siquiera quedan claras las metas para aumentar la cobertura, hace ya décadas que el Estado no realiza inversiones adecuadas para intentar abatir ese problema y cierta funesta ideología cree que aumentar las escuelas privadas “patito” es la solución. Lejos de eso. Los “ninis”, ya se ha dicho hasta la saciedad, son potencial recurso humano para el crimen organizado, muchísimos de los capturados por las fuerzas federales todos los días tienen menos de 25 años. El ambiente de frustración y desesperación que puede generarse en los jóvenes por una visión de falta de futuro y esperanza acaso tienda a empujarlos a obtener los bienes que desean a costa de lo que sea. Quizás el odio social se esté acumulando peligrosamente, o ya se haya acumulado lo suficiente como para explicar la intensidad de la guerra en la que estamos. La lección diría así, “lo que no inviertas hoy en educación superior pública lo tendrás que invertir mañana en seguridad pública multiplicado por tres”.
Y sin embargo, estoy tentado a hacer una leve digresión. Resulta que uno de nuestros intelectuales, Gabriel Zaid, se permite la siguiente divagación en una revista nacional (Letras Libres 140: 30), cito textual:
“Los títulos universitarios dan ingresos privilegiados cuando permiten excluir. Pierden esa ventaja competitiva cuando se multiplican los graduados…No se puede privilegiar a todos sin hacer que el privilegio deje de ser un privilegio”....”Si el 100% de la población tuviera un Bugatti, la 'inversión' en diferenciarse sería absurda porque no habría diferencia. Además, no hay manera de aprovechar la 'ventaja competitiva' cuando la prosperidad se vuelve embotellamiento: una mala pista para correr.”
Además de notar el dislate, digamos Lacaniano, de comparar el privilegio de tener educación superior con un Bugatti (¡!), repárese en que la filosofía es exactamente la contraria de la que estábamos hablando más arriba. Se trata de excluir; que sean pocos los que gocen de los beneficios de la educación, sino que chiste. Con una ideología así no veo a las elites tratando de aumentar la cobertura, sino al contrario. Pero la historia enseña que en el pecado llevan la penitencia. Pancho Villa comenzó siendo el jefe de un grupo de bandoleros. Como tantos hay ahora. Luego ya sabemos que pasó. Sólo falta el líder que se crea héroe nacional para caer en el desastre. Sinceramente, a mí sí me gustaría que nuestros embotellamientos fuesen causados por la prosperidad y no al revés. Que los desastres que provocan los economistas cada cierto tiempo provoquen desempleo entre gente con conocimientos y capacitación da más probabilidades de salida que si los desempleados son analfabetas.
Pero retomando el tema de este texto, pues sinceramente no creo que ni siquiera la mayoría de los panistas compartan esa ideología, quisiera continuar con la conversación que les relataba. Pues bien, me dijo Jim, ni todos los programas implementados en mi país son suficientes. Casi siempre se requiere de más gente preparada y capacitada en todas las áreas pues la capacidad instalada no se satura con nuestros propios chicos y graduados. Así que, descaradamente, nos traemos la inteligencia de cualquier lugar del mundo que se deje; tratamos de hacerla parte de la cuota de cartas de residencia que se le da a cada país. Es por eso que ves a nuestras empresas, nuestros laboratorios, nuestros hospitales y demás, llenos de chinos, latinos, paquistaníes, hindúes y por supuesto europeos. Como bien sabes, es muy fácil obtener la green card cuando estás capacitado y una universidad o una empresa te requieren. Y como a la fecha, la mayoría de los países siguen pensando que “el recurso natural más importante” es el petróleo, el capital, las inversiones, el litio y otras cosas de ese tipo, pues, siento decírtelo, nosotros tomamos toda la inteligencia humana que somos capaces de obtener de todos lados de los que nos es posible. Desgraciadamente el porcentaje de gente inteligente que le toca a cada país es más o menos el mismo. Por lo que a parte de la minería hay que ir a ver donde la están regalando. Mejor aun si sus países de origen ya le dieron educación universitaria y posgrado. Es uno de los fundamentos de nuestro poderío (otro deja vu: esto se lo oí al presidente Obama hace poco en un noticiero).
¡Zas! Más cruda no pudo ser mi entrada al entendimiento “práctico” de lo que se trataba la “sociedad del conocimiento”, más allá de toda retórica y manierismos, tan de moda entre nuestros comunicólogos e intelectuales, que en su mayoría no tienen ni idea. Para decirlo ásperamente, si puedes traerte a una persona inteligente, capaz y productiva hazlo. Hazlo ya, a cualquier nivel. Claro, con un imán así, la “fuga de cerebros” de nuestro país es imparable. La rebatinga de gente capacitada, entre las universidades, entre las empresas, se ve ahí, no acá. Si acá compitiéramos por la gente inteligente y capaz, no solo las entidades en competencia optimizarían su accionar seleccionando gente cada vez mejor, sino que surgiría una presión desde abajo, una demanda para que el sistema abra más plazas y así, quizás regresen algunos de los que ahí se quedaron. La “sociedad del conocimiento” es aquella que compite por la gente capaz.
Acá, en cambio, es común contratar a los cuates independientemente de su capacidad. Muchas universidades estatales, presas del amiguismo, son cotos de poder de los gobernadores, y donde no lo son, hay pleito entre algún grupo de poder semi-mafioso que controla la universidad y el gobernador, y así nos va. Por otro lado, las escuelas particulares caras tiene el exclusivo fin de reproducir a la clase empresarial dominante y aquellos que tienen la suerte de codearse en la universidad con los hijos de los empresarios exitosos tendrán empleo, serán “ejecutivos”, si es que ellos mismos no heredan una empresa. La mayor parte de nuestras empresas son de corte familiar. Las escuelas públicas y las particulares “patito”, como se sabe, simplemente forman a los empleados de los “ejecutivos” antes citados. Esta es parte de nuestra estructura del poder: muy latina, familiar y mafiosa. Me atrevería a decir, incluso, que en un sistema así, a una persona inteligente, capaz y productiva se le tiene más bien miedo, y se le pone el pie cuando se puede. El discurso de la doctora Linda Manzanilla durante la premiación de los Honoris Causa de la UNAM, no pudo ser más revelador. A diferencia de otras universidades públicas (las privadas prácticamente no tienen investigación) el problema se expuso y la que lo hizo fue premiada, no expulsada. Pero la UNAM no es como muchos afirman un simple “reflejo” del país. En la inmensa mayoría de otros sitios hubiera sido expulsada pues lo he visto muchas veces. En la UNAM, a veces, la autocrítica constructiva se premia. Cultivar la inteligencia humana no se da en muchos otros jardines de nuestro territorio. Poner a la gente más capaz al frente de los problemas y programas no nos caracteriza...a menos que nos esté “llevando el tren”, literalmente, como en la última epidemia. Aun en la UNAM, y a pesar de todos los filtros, gente inepta se cuela y dirige programas que no debería, burocratizándolos y desnaturalizándolos. Y esa crítica sí es aceptada por la mayoría de los universitarios, de manera puntual, y de quién venga, independientemente de su ideología.
Un maestro, de origen japonés, me repetía siempre: “las personas de primera se rodean de gente de primera, las personas de segunda se rodean de gente de tercera”... “cada vez que se elija a un nuevo líder de cualquier ente social observa de quienes se rodea y ya podrás predecir que va a pasar”…”de acuerdo a eso toma tus decisiones y no hagas tanto caso de los analistas”.
Lo anterior me tienta a definir la “sociedad del desconocimiento”, ya que definiciones de la “sociedad del conocimiento” abundan en los medios y no hay necesidad de recordarlas. La “sociedad del desconocimiento” es aquella en la que la gente inteligente, capacitada y productiva es despreciada, desperdiciada y ninguneada, mientras se favorece el amiguismo y el compadrazgo clientelar. Es aquella sociedad que excluye, no incluye. Se caracteriza por sectas ideológicas, grupos de presión y corrientes, no instituciones. He ahí una de las causas del subdesarrollo. Mientras veamos eso a nuestro alrededor, es que estamos lejos de la “sociedad del conocimiento”.
* Investigador del Instituto de Fisiología Celular de la UNAM.
http://ciencias.jornada.com.mx/investigacion/ciencias-sociales-y-humanas/investigacion/el-recurso-natural-mas-importante